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Encuentro

      Hacia unos años atrás, me encontraba en Venecia haciendo una investigación. Una noche decidí tomarme un descanso, y me dirigí al centro de la ciudad.   Cuando ya había recorrido unas  cuadras, vi  un bar entre las calles adoquinadas. La cantina era un pequeño tugurio,  mal iluminada. Al entrar, alcancé a observar a un hombre que me llamó la atención: su rostro rubicundo, de estatura baja, nariz aguileña y largos cabellos castaños. Estaba tomando una ginebra, mientras la camarera limpiaba la mesa, en vistas de la hora próxima al cierre.       La vida solitaria del un periodista hace que, más de una vez, nos veamos obligados a recorrer los suburbios de las ciudades que visitamos, en busca de alguna atracción que nos ayude a atenuar la rutina de nuestras vidas. Pero aquella noche estaba marcada bajo otro pincel.       Me acerqué a su mesa y lo saludé con una sonrisa. El hombre hizo caso omiso a mi presencia y continuó tomando del vaso de hojalata, mientras

Carta a Papá

  Te escribo para felicitarte por tus 50 años y desearte muy buenos augurios. Ante la propuesta de tu amiga Patricia de escribirte y mandártela a través de ella; no me indico cuanto, como, ni que debía escribirte, solo atinó a dar una idea y se limpió las manos. Es notorio que es Profesora de Geografía y no de lengua y Literatura, sino bien que nos podría haber aconsejado. Menos mal que no se puso hinchapelotas con el tema de la importancia de adquirir conocimientos geográficos, la fauna, la flora, sino estaría escribiendo en un mapa de Europa con división política como un pelotudo, si me permitís la jerga vulgar. Por nuestra parte nos encontramos bien, aunque algo atemorizados por el tema de tener que escribirte, debido a la extensión que caracteriza al formato. Bien sabemos que Papa y yo somos hombres de pocas palabras. El inconveniente surgió al pasar los días y mañana pasa tu amiga y aun no hemos escrito absolutamente nada. No es de temer que Papa te escribirá algo; tal vez al

Alicia y Bety

  Bety-   ¡Que tarde que viniste!  ¿Trajiste el diario? Alicia-   Si, como no me lo voy a traer. Faltaba más. Bety-   A ver, che que me pongo los lentes. Estoy que no veo un pomo; el otro día me tragué un bicho bolita pensando que era una arveja. No me quedo otra que ir al oculista, con la situación en la que estamos… Me recetó una graduación nueva. Dos punto no se qué corno. Te diría si lo pudiese ver. No sé con qué pagarle al pobre tipo. Se la vengo pateando hace rato… Alicia-   Hablando de patearla, vamos a ver que tenemos. El de la semana pasada… Bety- ¡Que la boca se te haga a un lado! Alicia-   -   Dios quiere tendremos más suerte. Bety-   “Hoy conmemoramos a nuestro querido padre, abuelo y hermano nuestro: Juan Sholem… Alicia-   Apa! Interesante... ¿Dónde dice? Bety-    Yrigoyen 4846.  Alicia-   San Isidro, me gusta. Tengo buenos presentimientos. ¿Qué hora son? Bety-   13:50hs. Estamos medias flojas de papeles. Alicia-   Vamos igual, Selma. Hemos llegado a

Niñez

  En mi barrio había solo una calesita en la esquina.   Los fines de semana por la tarde Madre bajaba las persianas y antes de irse a dormir su sagrada siesta sacaba de su cartera   beige un par de monedas.   Nos juntábamos, los chicos, a un par de cuadras y de ahí partíamos todos al lugar que tanto amábamos.   Para nuestra época, los sábados de calesita constituía nuestro primer acercamiento hacia las mujeres. Si bien con el poco dinero que tenía al rato me quedaba sin poder subirme mas, me mantenía a una distancia cercana para acechar a alguna vecina o compañera del cole.   Un día estaba prendido muy entusiasmado en mi helicóptero cuando una chica de largos cabellos dorados se asomó al caballo blanco que estaba a mi lado y me dirigió una sonrisa de par en par. Se puede decir de mí que era bastante tímido aunque solía quedar como el chico bueno al que todas querían como su Príncipe Azul. (No era de esos, como Hernán que llevaba pantalones Cowboy y de hamacarse de adela