Encuentro
Hacia unos años atrás, me encontraba en Venecia haciendo una investigación. Una noche decidí tomarme un descanso, y me dirigí al centro de la ciudad. Cuando ya había recorrido unas cuadras, vi un bar entre las calles adoquinadas. La cantina era un pequeño tugurio, mal iluminada. Al entrar, alcancé a observar a un hombre que me llamó la atención: su rostro rubicundo, de estatura baja, nariz aguileña y largos cabellos castaños. Estaba tomando una ginebra, mientras la camarera limpiaba la mesa, en vistas de la hora próxima al cierre. La vida solitaria del un periodista hace que, más de una vez, nos veamos obligados a recorrer los suburbios de las ciudades que visitamos, en busca de alguna atracción que nos ayude a atenuar la rutina de nuestras vidas. Pero aquella noche estaba marcada bajo otro pincel. Me acerqué a su mesa y lo saludé con una sonrisa. El hombre hizo caso omiso a mi presencia y continuó tomando del vaso de hojalata, mientras